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Arcilla

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Soy un cuenco de arcilla y barro fuerte y frágil al mismo tiempo manos me llenaban de agua, de vida. Iba y venía, voy y vengo, pero un día, o tal vez desde el comienzo, surgió una pequeña fisura en mi cuerpo. Tonta, no fue en tu cuerpo, fue en tu interior, en tu ser, en vos misma. Sh, calla que estoy hablando. Esa pequeñísima grieta fue creciendo y creciendo, ya no era solo una, sino una ramificación que abarcaba todo el cuenco. Como las raíces del árbol surcando la tierra,  pero la gran diferencia era que el árbol se alimenta de ella. En cambio,  mis raíces me partían, me iban rompiendo poco a poco.  Ella lo supo, se dió cuenta que algo cambiaba, no solo dentro,  sino también fuera, ya su uso de manos ajenas era otro.  Tu no quisiste más traer y llevar agua para saciar la sed de otros,  eras vos quien ahora tenía sed, y no te dabas cuenta.  Ella creía que debía seguir un rumbo, un mandato, lo que les hacía feliz.  Aún no se daba cuenta que cada uno tiene su camino.  Hasta

Crónica trunca

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Es tan fácil caer en un pozo lo vemos por todos lados a todos le pasa  pero una no sabe lo que es hasta que le sucede. Todos son profundos, todos  aunque los ojos ajenos que los miren desde arriba crean que no lo son.  Los ojos que importan son los de adentro, los del interior de uno mismo, esa pérdida de rumbo, esa sensación de angustia que te aísla y encierra. Una se siente sola desprotegida a oscuras incapaz de salir -aunque lo intente- Algunos te dicen cómo hacerlo te lanzan sogas muy cortas o tiras de cinta de papel saltó una y otra vez para agarrarme de ellas, pero no llego aunque lo intente. o simplemente cuando las sostengo se cortan al no sostener mi peso otros te escriben mensajes a la distancia esos mensajes que son vacíos de contenido como las tarjetas que antiguamente se mandaban para los acontecimientos ese si necesitas algo avisame sabiendo que una está necesitando un mundo fuera de su alcance. Sentir que todo se derrumba a tu alrededor aunque sabés que no se

Ramona y los libros

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Ramona siempre visita las librerías, ya sea cuando quiere comprar un ejemplar para ella o para regalar (es la típica tía, hermana y amiga que regala libros) pero también cuando tiene que hacer tiempo, o no sabe dónde ir, entrar a ese mundo librero la apasiona y cobija, la traslada a mundos de papel.  Habitualmente recorre los estantes de diferentes autores de narrativa y poesía, textos teatrales, libros álbum y ensayos. Muchas categorías son sumamente interesantes para ella. Cuando se organizan por género también tiene sus predilectos: ciencia ficción, textos realistas, fantásticos, terror, ensayos, infantiles y juveniles. Todos son interesantes a su modo de ver. Dónde nunca apoya su mirada es en la sección de libros de autoayuda, realmente nunca le interesó este tipo de lectura, siempre le parecieron absurdos e innecesarios. Pero hoy, ni bien entra en la librería, uno de estos libros le llama totalmente la atención, a tal punto que no puede sacarlo de su cabeza. Da vueltas

El reflejo

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Malena día a día huía de su reflejo. De pequeña gritó espantada el día que fue consciente de lo que le sucedía, su madre le había acercado un espejo. La niña primero comenzó a mirarse, luego extrañada a desconocer lo que veía. No era que no reconocía su aspecto, sus cambios y demás, sino que su imagen poco a poco se iba desvaneciendo para surgir otra, una imagen diferente. Con el tiempo y con valentía, Malena iba descubriendo qué sucedía cada vez que se miraba a un espejo, pero también sucedía cuando se reflejaba en el agua o simplemente en una vidriera de un negocio. La imagen no era tan nítida pero por igual sucedía lo mismo, se veía en un otro, y sumado a eso, en otro lugar totalmente desconocido para ella. Esto lo supo cuando se detuvo a ver una vidriera de una juguetería, encantada al ver todos los juguetes que descubría con su mirada, no se había percatado de todo lo que estaba sucediendo dentro de su reflejo. No solo que ella no era ella, sino que los autos eran de o

Dichosos actos escolares

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-Profe, te toca hacer el acto del 17 de Agosto con los chicos de tercero. Lo dejo en tus manos- dijo la directora al pasar mirando con una sonrisa pícara al nuevo profesor de sociales del turno mañana. Germán había estudiado en el instituto hasta recibirse. No le fue fácil comenzar a ejercer la docencia, pero lo logró. Realmente estaba muy contento por haber conseguido esas horas en la misma escuela donde él había hecho sí primaria. En verdad, no era el mismo colegio, en sí el edificio coincidía, pero ahora él trabajaba en la secundaria.  Las palabras de la directora lo habían alegrado pero también lo llenaron de temor. Sentía nostalgia por esa escuela, su promoción, como la de sus hermanas y muchas otras, habían colaborado para construir el gimnasio, ese espacio anhelado por todos, aunque ninguno de ellos lo habían visto en sus años de escuela. Pero ahora, como docente, tantos años después, lo veía todos los días al entrar. Con tristeza lo veía destruido y con falta de cui

Amadeo

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Amadeo Como todos los primeros sábados de mes voy a la panadería del barrio y compro una bandeja de masas finas, algunas con crema chantilly, otras con pastelera y también con dulce de leche, sus preferidas. La empleada me las prepara para que no se aplasten, las pone con una tira de cartón, papel film y las envuelve con papel muy prolijo. Luego tomo el colectivo hacia el hogar, no podría decir que me está esperando pero intento creer que sí.  Al llegar varias enfermeras me saludan, una me pregunta cómo ando y otra me dice que está en el jardín del fondo, en las mesas que hay allí. Voy por el pasillo, las puertas de las habitaciones están abiertas porque están haciendo la limpieza. Hay una mezcla de olores, entre lavandina, sopa de verdura y ropa vieja. Al llegar a la puerta trasera la veo ahí sentada mirando la nada. Al acercarme saludo y le muestro el paquete de masas, al instante una sonrisa le surca el rostro repleto de arrugas.  Enseguida me dice: - Amadeo, viniste, te

Era feliz, lo sabía

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Era feliz, lo sabía “A veces, los cuentos son retumbos y destellos de hechos ciertos. Contamos lo que ocurrió. Otras veces, los cuentos son pedazos de sueños. Contamos para que ocurra…”.                                                                                           Liliana Bodoc Bueno, bueno, ¡me escuchan! ¿Quién toma té, café o mate?  Yo, acá traje mi taza. Uh, yo me la olvidé, ¡qué tonta siempre me la dejo en la cocina! No importa, tengo varias de cerámica. Miren chicas los bizcochitos que traje, tienen una pinta, los compré en la panadería nueva de la esquina de casa. Saben que fui moza en un café en mi juventud, seguramente era para prepararme para ustedes. Yo no, gracias profe recién desayuno en casa Durante varios meses su hija la había invitado al taller. Le iba a hacer bien, ambas lo sabían, además siempre quiso hacer cerámica. Era cerca y para nada caro. Solo un día por semana, los sábados a la mañana, un lindo grupo de mujeres de varias edades. Lo iba a